De repente pasa. Todo se desvanece.
El correr de las horas saben amargas y las agujas la apuñalan hasta hacer sangrar cada uno de los recuerdos por los que sigue en pie.
A veces sonríes, aveces lloras, pero nada cobra importancia ésta noche. Caminas sin rumbo a algún lugar, mirando con disimulo una de las lunas que brillan cada vez que alzas la mirada.
Y en ello consiste, en caminar, caminar y no parar, morir y volver a morir, cuando la sangre sigue brotando directa a las alcantarillas. Asustada, lo intentas evitar, pero ya es demasiado tarde ,la herida es profunda y el dolor insoportable. Te acomodas en algún cómodo sofá, mientras que se consume el vicio, mientras que tu interior se contamina cada día más, cada noche. Y ya está, sostienes el mundo en tus pies, ya no lo puedes levantar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario