Se disfrazó.
Para poder disimular la tristeza que ésta le inyectaba hasta matar.
Horas, gastadas por los niños, jugando un poquito más antes de marcharse a acostar.
Por su ventana contempla las flores marchitas, nada de beber.
Caballero, ya oscureció-dijeron.
El desplazamiento de las agujas suenan con extrema velocidad.
El maldito humo empieza a fluir, más tarde, se esfumará.
Déjame pensar-grita.
Pero los niños dejaron de jugar.
"Largo, maldita soledad".
No hay comentarios:
Publicar un comentario