martes, 23 de abril de 2013

Ciego de amor.


Pregunté con el corazón cansado cómo pudo dejar de amar. Inesperadamente, se arrastró 
en las mil historias pisoteadas sin ánimos de levantar. "El tiempo se atrasará, tendremos 
tiempo para pensar", pero aquí nadie quiso pensar, les causaba dolor recordar. Es normal-murmuraron.
Pero nadie pisó, aquél suelo sucio, que nadie lo venía a limpiar. Dónde demonios vas-dijeron. Descalzo,
nada le importaba, solo llegar hasta el ayer. No le importaban las heridas que marcaban su piel, nada le era importante, el reloj no dejaba de correr, no quería perder, quería llegar hasta lo más profundo de su ser. 

Ciego de amor, se equivocó, buscando el sol que jamás le alumbró, solo la luna lo venía a visitar, acariciando sus penas, haciéndolas temblar.


lunes, 22 de abril de 2013

Aproximación.


                      Aproximación
                   
                                 ¿Hacia dónde ir cuando no puedes caminar?


 Las mañanas se hacían pesadas para aquellos que andaban desesperados

por encontrar una solución. Recorrían las carreteras como unos locos, no les

importaba tropezar con algún individuo, sus miradas fijas en el suelo

desordenado por las baldosas, eran más interesantes que la vida misma.

El silbido del viento rozaba la tersa piel de aquella mujer cansada de andar,

debía de seguir para no perder su camino, pero no encontraba motivos para

buscar lo que por certeza, sabía que jamás podría encontrar.

 Hacía años que no se sentía así, estaba llena de optimismo, de felicidad,

aunque tampoco tenía claro como era su felicidad, o es más, si en algún

momento había existido. Recordaba su cabello bailar sobre la brisa, en aquél

bello lugar, consecuencia del comienzo de la primavera. Tenía siete años y lo

único que le importaba era tumbarse en el verdoso prado, donde empezó

todo. Sus recuerdos se hacían más pesados con el paso del tiempo, cada

segundo volvía el mismo pensamiento que evidentemente le era difícil de

evitar, pues lo inevitable corría por sus venas y la tentación junto a ellas.

Todos sus sueños la atemorizaban cada noche, cada sudor se debía al

temor de despertar y volver a soñar.


Recientemente sigue  mirando el ras del cielo, pero algo falla, se aproximó el

vacío y ya no hay temores, ya no hay nada. Posiblemente se deba a los

cambios que le hizo experimentar el correr del tiempo, esas agujas tan

traicioneras que le desagradaban.

Le faltó tiempo para poder gritar, aún siente el silencio ahogándose en su

interior, donde hubo alguna vez una pequeña esperanza por encontrar la

salida. El dolor le golpeó con tanta brusquedad que le arrebató las fuerzas e

incluso la debilidad. Todo el amor que pudo a ver sentido por su vida, por su

familia, por sus amigos, había desaparecido y sin poder explicar el por qué,

sin poder aguantar una vez más las sucesivas preguntas que le hacían todos

 los días, desapareció.

Se apoderó de sus miedos y de sus sueños y se adentró en la soledad. Ésta

era su mejor amiga, la escuchaba a solas pero nunca contestaba, no era

extraño, estaba acostumbrada a que esto sucediese incluso con las

personas, pero no le importaba, se impregnaba de la tranquilidad del mar

con su gran oleaje.








Se ubicaba en el Puerto de Motril, para emprender un nuevo camino, quiso

despedirse de los sentimientos que le proporcionaban éste lugar. En tan solo

 unas horas su vida podría cambiar y no sabía como asimilar éste hecho ni

como poder vivir con el pesar de la tristeza. Su vida ya no sería la misma, ya

 no sería ella, solo una persona solitaria como siempre lo ha sido con una

pequeña diferencia; sin tranquilidad.


Las horas volaban como pájaros, el motivo por el que debía de levantarse

era esa mujer, la primera mujer de su vida. Fue a informarse de lo sucedido y

evidentemente pasó lo que en algún momento tenía que pasar. Lo tenía

asimilado, pero nunca jamás había experimentado el dolor de la muerte de

 tan cerca.

No tenía el valor para ver ese rostro pálido y azulado, sin movilidad ni calor

en su mirada.

Negó el querer verla, lo negó con todas sus fuerzas y salió corriendo de

 aquél infierno que ardía con profundidad en su interior y enfriaba los cuerpos

inertes de toda esa gente sin vida.


Cohibida por tantas emociones juntas, necesitaba rabiar al destino, con el

único objetivo de aliviar un poco su espíritu imperecedero.



“Sol o Luna. Ya no importa cuál de ellos me prefieran, yo no prefiero ninguno

de ellos. Creo odiar todo aquello que me haya hecho daño, pero no puedo

odiarla, ella no tuvo la culpa de lo sucedido, solo el viento, el principal

culpable. Me pregunto en qué momento me dejó de querer para hacerme

esto, pero posiblemente jamás llegue a encontrar la respuesta. No podría

hacerle hablar, solo pasa por mi cuerpo  y me quiere enfriar, como lo hizo

con ella.

No creo poderme levantar después de todo ésto, pero algún día cuando

menos lo espere, me vengaré por a verme quitado la vida. Confié en él, me

dejé llevar por su belleza, por el cantar de sus silbidos. Mi fiel amigo, mi gran

 compañero me traicionó en el viaje de mi vida, me dejó tirada en medio de la

 carretera sin a ver llegado a mi destino. Ahora, es cuando pienso, que me

repugna sentir, si no sintiera, el dolor que se adentra en mis entrañas sería

más llevadero.

En este mismo momento el llanto estrangula mi garganta cada vez que

 la recuerdo, sus manos secando las lágrimas de mis mejillas no volverán a

posarse en ellas, ni tan solo un segundo. Sus brazos abrazando los míos no

serán eternos, las palabras que me hacían feliz ya no se escucharán, ni su

voz, su preciosa y bella voz, llegará un día en que la olvidaré, y su presencia

habrá desaparecido para siempre.

Me enseñaste hablar de mis emociones y aquí lo tienes, te estoy escribiendo

 desde donde estés para que de algún modo puedan volar estas míseras

letras hacia ti, no estoy segura de que pueda ocurrir, pero de intentos se

basa la vida, ¿no es así?, todavía conservo tus consejos como si de mi

cabeza no se quisieran borrar, adoro ese modo en el que me los decías con

 tanta paciencia y con tanta ternura.

Bueno, creo que he de despedirme de una maldita vez, pero no sé lo que

haré a partir de ahora sin ti, no sé por donde empezar, ni hacia dónde mirar,

dime tú, ¿hacia dónde ir cuando no puedes caminar?..Si algún día me

puedes llegar a contestar, esperaré con

paciencia tu respuesta para poder seguir algún día, recordando tu recuerdo

 sin que esas pequeñas gotitas resbalen de mis mejillas”



Con las maletas en la puerta miró hacia atrás, no había nada que le

 impidiese emprender un nuevo camino, a continuación, miró hacia la

izquierda, amapolas rojas presumían entre los girasoles, miró hacia la

derecha, nada. No encontraba motivos para quedarse, miró una vez más,

evidentemente, no se permitiría perder más tiempo y comenzó a caminar.

Cada paso llevaba su armonía y su tranquilidad, el cielo estaba despejado y

el sol acariciaba su piel. Odiaba las mentiras, por lo tanto no podía mentir,

sentía la impotencia en cada pisada, tan lenta y tan suave para no volverse a

caer.


Tenía miedo de la vida, en cualquier momento se podría alejar de ella y

dejarla sola de nuevo, pero era un riesgo más que tenía que correr.

Había llegado el día y ya era la hora de marchar, de dejarlo todo atrás, pero

antes de todo aquello no podía dejar que el polvo acompañase su recuerdo..


“Lejos o cerca, no es importante, es solo una pequeña imperfección de la

vida, te quiero mamá”

martes, 16 de abril de 2013

Locura.

¿Por qué no dejan de hablar?-dijo cansado de escuchar tantas voces a la vez, no conseguía oír nada, por más que lo intentaba, su interior permanecía en el principio de su locura. Ella se apoderó de su mente, pero no se quería marchar. Temía que algún día ésta lo enloqueciese de tal modo que ya no pudiese rectificar. Entre miedos vives pero no lo quieres remediar-se aproximó la vida haciéndole razonar. Se trataba de un intento fallido el poderlo cambiar. Quiero imaginar que el viento sustituye mi soledad-gritó con desesperación.

Sabía que la esperanza era nula, que solo su imaginación la hacía aparecer en aquellos momentos en los que de nada valía correr. Vuela lejos,  no vuelvas a caer-dijo la voz, la misma de ayer.


La brisa.

No importan las veces en el que recuerde el momento, ni las lágrimas sentidas con intensidad por aquellos que quisieron comer. La marea no deja de nadar,  sin límites por los que esperar. Gira el sol cada vez que me vuelvo a dañar, con el miserable recuerdo que mataba al amanecer. Despertaste sobre las nubes y aún no te podías bajar. Un grito se volvió a escuchar, pues nadie le prestó atención, solo el sol que nunca lo abandonaría, sigue quemando, buscando tal vez, la brisa.


jueves, 11 de abril de 2013

Desesperación.

Enloqueciendo me mantuve en la espera de la novedad, la que me haría sentir miles de sensaciones en un abrir y cerrar de ojos. Pero no quise abrirlos, para qué-me dispuse a pronunciar, si la realidad no me acompaña y la locura me rechaza. Me busqué y recorrí una y otra vez el mismo camino, pero siempre vuelvo al principio con tal de presenciar el final. Intento averiguar el brillar de ésta estrella que reluce cada noche al pensar en ella, desde arriba contempla los corazones de cristal, en los que todo se ve, menos la mentira incrustada en el más profundo de mi ser. ¿Dónde vas?-preguntó la esperanza. Pues no sabía qué responder, llevaba tiempo perdida en la desesperación, y con ella caminé días, me atrevería a decir que meses, y puede que años.
Sigue buscando su lugar, sigo buscando un lugar donde poderle notar.



domingo, 7 de abril de 2013

Alejarme

Es inevitable seguir preguntándome por qué esta noche se forma un diluvio en mi corazón. Es inevitable creer que todo ha desaparecido en él, que ya no siente, que ha perdido sentido en mi interior. Pasan los minutos, eternos para él, tan diminuto palpitando a contra reloj. Ya has olvidado el color de mis mañanas y el amanecer de mis noches, me sigo preguntando qué es lo que pasó, para que de mi cabeza aún no te puedas desprender. Creí permanecer  bajo la lluvia durante tu llegada, y salió el sol empujándome hacia el dolor, ¿dónde estará?-diría yo. Con el pesar de mi conciencia, con el dolor sobre mis hombros, decidí alejarme, corazón.


lunes, 1 de abril de 2013

Un mundo a mi merced.

Un mundo a mi merced, deseo agarrarlo con mis propias manos aunque éstas doloridas me pidan tranquilidad. Un ruido desconocido te acuchillaban los oídos cuando solías estar dormido. Miles de soluciones se te pasaban por la cabeza y aún así, ignorabas cualquier decisión. "No es necesario, lo haré a mi manera", y tú vuelves a escuchar el molesto sonido que te despertaban todas las madrugadas sin saber por qué. Quizás sea el viento, haciendo de tus sueños, trozos de papel, sometidos por la lluvia atroz que aterrizaban desde tu ventana, trágicamente. Pero qué mas da-gritan los locos. Nos sobran las horas y con ellas podemos hacer lo que nos venga en gana. 

Entonces me dejé llevar por aquellas caricias delicadas rozando mi piel, sonriéndole a mi antojo, estrujando mis miedos hasta que quisieran desaparecer, como la lluvia en un día soleado, con cielos coloridos alegrando  los rostros de los más desconsolados. Qué mas da-grité. Qué mas da si me lleva la locura a tu corazón, la intensidad de tus palabras no me causan dolor, procuraré esconder mis secretos, pero, qué mas da, abrázame hasta que del tiempo me quiera olvidar.

Bailar para ti.

Me gustaría aprender a querer, bailar para ti , sentarme y contemplar que no te volverás a ir, pero es inevitable-dije, es inevitable restar las horas que pasan esperando tu llegada. Tengo miedo, volvía a gritar si el cielo se vuelve a caer. No puedo detener las gotas que caerán otra vez, ni sostener tus brazos sobre los míos cuando me quieras tener, no sé hablar con coherencia si vigilas mi corazón, si hubo sentido en lo que lloré en aquél atardecer.